RINCON PARA LAS FAMILIAS

TÉCNICAS PARA CONTROLAR LAS EMOCIONES

La verdadera inteligencia emocional requiere que identifiques y entiendas tus propios estados de ánimo. Implica reconocer cuando y porqué estás enfadado, nervioso o triste, y actuar sobre las causas y no sólo los síntomas.
Sin embargo, en aquellas ocasiones en las que veas que irremediablemente te diriges hacia un estado emocional negativo, las siguientes técnicas pueden ser eficaces para detener o frenar esa reacción en cadena.

1. Intenta recordar tus virtudes y éxitos

La reafirmación en tus virtudes y puntos fuertes es una de las mejores estrategias para gestionar tus sentimientos. Consiste en pensar en lo que te ha provocado esa emoción pero reduciendo su significado negativo.
Ejemplo: en lugar de enfadarte porque has llegado tarde al trabajo puedes pensar que, dado que siempre llegas a tiempo, no es tan grave.
La gente con mayor control emocional utiliza la autoafirmación cuando la intensidad de sus emociones todavía es baja y tienen tiempo para buscar otro punto de vista de la situación. Curiosamente, se ha demostrado que esta estrategia funciona especialmente bien en las mujeres.
La próxima vez que sientas que pierdes el control sobre tus emociones, recuérdate a ti mismo aquellas cosas de las que te enorgulleces en tu vida.

2. Distrae tu atención hacia un asunto concreto

Las personas que mejor gestionan sus emociones también han aprendido a usar la distracción para bloquear sus estados emocionales antes de que sea demasiado tarde. Y parece que resulta muy eficaz cuando prevén que van a experimentar emociones intensas y no tienen suficiente tiempo para usar otras estrategias.
Como sabrás, una forma muy efectiva para calmar a un niño pequeño que no deja de llorar es desviar su atención. “¿Has visto el muñeco?” o “¿Qué tengo en la mano?” suelen disminuir su nivel de excitación si mantenemos su atención durante el tiempo suficiente.
La técnica de la distracción consiste en desvincularte de la emoción negativa centrando tu atención en pensamientos neutrales. De esta forma evitarás que la emoción coja demasiada intensidad.
Por ejemplo, si tu jefe cuestiona tu profesionalidad, en lugar de pensar que quizás termine despidiéndote podrías pensar en la celebración de cumpleaños que tienes el sábado. Es simple pero eficaz, tal y como se ha demostrado en varios estudios científicos.
Aunque a largo plazo probablemente no sea la mejor estrategia, la distracción funciona, especialmente si centras tu atención en algo concreto en lugar de dejar que tu mente vague.

3. Piensa en tu futuro más inmediato

Las emociones muy intensas pueden provocar que te olvides de que hay un futuro y que tus acciones van a tener consecuencias. Aunque en ese momento tan sólo seas capaz de vivir el presente y tu frustración, enfado o nervios te parezcan tan importantes, ¿seguirás sintiendo eso dentro de una semana?
Pensar en el futuro más inmediato es muy eficaz para mantener el autocontrol, tal y como se demostró en el experimento popularizado a través del libro Inteligencia Emocional. En él, los niños que resistieron la tentación de comer una golosina a cambio de recibir otra obtuvieron mejores resultados en los test escolares y mejores trabajos en los años venideros.

4. Medita habitualmente

La meditación ha demostrado científicamente su eficacia para prevenir los pensamientos negativos repetitivos y no sólo mientras meditas, sino también a largo plazo: es capaz de diminuir el nivel de activación de la amígdala de forma duradera.
La meditación también tiene estudios en la reducción de la ansiedad. En uno de ellos, cuatro clases de meditación de 20 minutos de duración fueron suficientes para reducir la ansiedad en un 39%.
Intentar relajarte sólo cuando te asaltan las emociones no es muy eficaz. Sin embargo, meditar de forma regular y respirar correctamente sí que pueden reducir la intensidad de las emociones negativas cuando estas aparecen.

5. Date permiso para preocuparte más tarde

Antes te he explicado que intentar suprimir una emoción o pensamiento provoca que vuelva de nuevo con más fuerza. Sin embargo, ¡posponerla para más tarde puede funcionar!
En un estudio se pidió a los participantes con pensamientos ansiosos que pospusieran su preocupación durante 30 minutos. A pesar de ser una forma alternativa de evitar pensar en algo, lo que se ha demostrado es que tras ese período de pausa las emociones regresan con una intensidad mucho menor.
Así pues, date permiso para preocuparte después de un tiempo de espera. Te preocuparás menos.

6. Piensa en lo peor que te puede pasar

¿Recuerdas la película Sin Perdón (Unforgiven) de Clint Eastwood?
En ella, el personaje de William Munny, pese a estar viejo y acabado, es el mejor pistolero del oeste. Y no lo es por su velocidad ni su puntería. Como él mismo dice, lo es porque cuando las balas empiezan a volar, él controla sus emociones y mantiene la calma.
Pero ¿cómo mantener la calma? Los samuráis y los estoicos se mantenían tranquilos incluso en las situaciones más dramáticas, ¿cómo lo conseguían?
Pues pensando en la muerte. Y mucho.
No quiero que te pongas dramático ni te vuelvas un gótico, pero pensar en lo peor que te puede pasar te ayudará a relativizar tus problemas y mantener el control.

7. Escribe un diario de tus emociones

La escritura expresiva consiste en escribir sobre tus pensamientos y sentimientos más profundos y ha demostrado ser eficaz tanto a nivel psicológico como físico (¡es capaz de acelerar la cicatrización de las heridas!)
Mantener una especie de diario emocional sobre lo que has sentido en algunas situaciones te ayudará a reducir la recurrencia de pensamientos negativos.

8. Tómate un respiro para recuperar el autocontrol

Tu autocontrol no es infinito. De hecho varias investigaciones indican que conforme te expones a situaciones y emociones, se va consumiendo.
Piensa en ello como hacer un sprint. Tras la carrera estás exhausto y necesitas tiempo para poder recuperarte antes de volver a correr. De la misma manera, si logras dominar tus emociones, evita volver a exponerte de nuevo a una situación tensa o será más probable que sucumbas.
La clave está en identificar cuándo tus niveles de autocontrol están bajos y evitar más situaciones emocionales mientas te recuperas.

9. Cuando todo falle, busca un espejo

¿Perdón? ¿Mirarse en un espejo? Sí, por muy sorprendente que parezca esta estrategia puede ser útil para aplacarte cuando estés furibundo.
Varios estudios han demostrado que cuando te ves a ti mismo reflejado eres capaz de observarte desde una perspectiva más objetiva y por lo tanto separarte durante unos instantes de tu emocionalidad.
Cuanto más consciente seas de lo que estás haciendo, más capacidad de controlar tus emociones tendrás. Y observarte en un espejo incrementará tus niveles de autoconsciencia y te ayudará a comportarte de forma más sociable.

10. Lo más importante: encuentra el motivo de tus emociones

A largo plazo la clave no está en luchar contra tus emociones, sino en reconocerlas y saber por qué te ocurren. Por ejemplo:
“Vale, no me gusta sentirme así pero ahora mismo tengo mucha envidia (reconoces la emoción) porque a Andrés le han felicitado por su trabajo y a mí no (reconoces el por qué).”
Lo importante es ser honesto contigo mismo sobre el por qué. No hagas como la mayoría e intentes engañarte. A menudo nos mentimos haciéndonos creer que estamos enfadados con alguien por su comportamiento y no porque le han dado el ascenso al que aspirábamos y eso ha afectado nuestra autoestima.
Conocer la verdad real de tus sentimientos te ayudará a tratar la causa.

¿La conclusión?

Si quieres aprender realmente cómo controlar tus emociones debes saber que no hay una solución única. Aunque también se ha demostrado que tu propio lenguaje corporal es capaz de influir sobre tus emociones, encontrar la estrategia más adecuada para regular los sentimientos negativos y entender su origen para tratar la causa es la única forma de evitar que tomen el control de nuestra mente.

Qué son las emociones?

Las emociones son reacciones que todos experimentamos: alegría, tristeza, miedo, ira… Son conocidas por todos nosotros pero no por ello dejan de tener complejidad. Aunque todos hemos sentido la ansiedad o el nerviosismo, no todos somos conscientes de que un mal manejo de estas emociones puede acarrear un bloqueo o incluso la enfermedad.
Estas son algunas de las situaciones y reacciones fácilmente identificables que se producen habitualmente en los seres humanos:
  • Temor a perder la vida o amenaza de un resultado negativo. Reaccionamos luchando, huyendo, manteniendo la situación de alerta o paralizándonos.
  • Confrontación de intereses son nuestros semejantes. Reaccionamos con ira o enojo.
  • Pérdida de un ser querido. Reaccionamos con tristeza y empatizamos con las personas que nos apoyan.
  • Celebración de un éxito o enamoramiento. Reaccionamos con exaltación.
  • Esfuerzo ante un desafío. Reaccionamos con satisfacción y alegría.
  • Ante personas que necesitan nuestra ayuda. Reaccionamos de manera rápida y altruista aún a riesgo de nuestra seguridad.
En todos los casos estas reacciones nos ayudan a afrontar mejor esas situaciones.

Para explicar más profundamente los cambios que experimentamos, vamos a centrarnos en el miedo que por ejemplo sentimos ante una situación de peligro en la que puede estar en juego nuestra propia vida.
nivel cognitivo, es decir, en lo que concierte a nuestra capacidad de comprensión, juicio, memorización y razonamiento, el miedo puede hacernos perder la capacidad de controlar nuestra conducta haciendo que reaccionemos de manera similar a otras especies menos evolucionadas como los reptiles. Es decir, reaccionaremos tratando de decidir si tenemos más posibilidades de sobrevivir luchando, huyendo o quedándonos paralizados. Esta manera de reaccionar, este “programa”, reside en la amígdala, en la parte más profunda de nuestro cerebro. En este órgano “emocional” no tenemos conciencia ni capacidad de decisión y además en él quedan registrados los sucesos que hemos vivido y las sensaciones que hemos percibido lo que hace que no nos olvidemos de lo que nos ha pasado y tratemos de evitarlo en un futuro.
En lo que se refiere al nivel fisiológico y dependiendo de la conducta que vayamos a desarrollar ante la situación, se activarán una serie de respuestas procedentes de diferentes sistemas: tensión muscular, presión arterial, ritmo respiratorio, temperatura periférica, sequedad en la boca etc. que nos prepararán de diferente manera según la respuesta.

nivel subjetivo, es decir, dependiendo totalmente del individuo, experimentaremos una serie de sensaciones físicas, intensas, desagradables y descontroladas que junto con los cambios cognitivos y algunos pensamientos sobre el peligro y sus consecuencias harán que tengamos una experiencia de terror única e imborrable.
Ya hemos analizado cada una de las tres respuestas que se producen. La suma de todas ellas es lo que provocará nuestro comportamiento, ya sea lucha, huida o paralización, en las mejores condiciones para salvar la vida e intentar no volver a vernos en una situación similar de peligro.
Por otra parte, hay reacciones emocionales que se producen ante situaciones que no hemos vivido todavía, es decir, cuando las anticipamos o las imaginamos. Un claro ejemplo es lo que sentimos cuando vemos alguna escena en alguna película, leemos algún texto o recordamos o pensamos en algún suceso.
El tono hedónico, es decir, el placer que experimentamos o la sensación agradable o desagradable son “la sal de la vida”. Es algo esencial para la memoria, para la toma de decisiones, para nuestros juicios y razonamientos, para nuestra conducta, nuestras relaciones sociales y nuestro bienestar ya que:
  • Las experiencias emocionales son las más valoradas. Como curiosidad, existen más de 15.000 palabras en inglés para definir estados emocionales.
  • Los recuerdos que conservamos son mayoritariamente emocionales.
  • Necesitamos tensión emocional para decidir.
  • Decidimos muchas veces de manera emocional.
  • Las emociones nos preparan, nos motivan y nos guían.
Hay otra serie de términos y conceptos muy relacionados con este tema como por ejemplo, los sentimientos. Éstos son más duraderos que las emociones, que son temporales y están más vinculados a la reflexión. No suelen estar relacionados con sensaciones físicas intensas, son más suaves y no ponen en marcha comportamientos de manera inmediata. Para comprenderlo mejor, podemos hablar de la reacción emocional de miedo ante una serpiente que hemos visto en el campo mientras que hablaríamos de sentimiento de miedo hacia las serpientes, algo más general y no vinculado a una situación determinada.

Otro concepto es el estado de ánimo. Un sinónimo podría ser la “vivencia emocional” y como los sentimientos, suele ser más intenso y más prolongado que la emoción. Suele usarse mucho la expresión, al hablar de una persona que tras una pérdida importante se encuentra deprimido y tiene episodios frecuentes de tristeza. El estado de ánimo contrario sería el alegre.
El término afectividad englobaría todos los anteriores, incluidas las emociones, y es el término más genérico de todos.
Finalmente, hay que distinguir entre un estado emocional y una característica inherente a un individuo. No es lo mismo estar nervioso o ansioso por el examen que vamos a tener hoy que ser nervioso. El primer caso es una situación temporal que finaliza cuando lo hace el examen y sin embargo en el segundo, hablamos de un rasgo de la personalidad que acompaña al individuo en diferentes situaciones y a lo largo de su vida.


DÉJALES QUE SEAN AUTÓNOMOS

Son muchas las familias que en algún momento dicen que no pueden más, que están agotados, que todo el día están recogiendo, limpiando y continuamente detrás de sus hijos para conseguir que todo esté en su sitio y mínimamente presentable.
Bien, no están solos... todos andamos más o menos igual. Sin embargo, gran parte del "trabajo" de los padres lo asumirían los hijos si se les diera la oportunidad de hacerlo. Es una cuestión de darles autonomía, de ponérselo fácil para que puedan colaborar y de hacerles partícipes de sus "destrozos" y "desórdenes".
Por eso hoy os decimos esto: "déjales que sean autónomos, para que así crezcan". Y para saber cuándo están capacitados os dejamos con una tabla inspirada en Montessori para saber qué tareas pueden hacer en cada edad.

Déjale que crezca

Son muchos los padres a los que hay que aconsejar lo siguiente con respecto a sus hijos: "déjale crecer", o "ayúdale a crecer". Porque tienen cuatro o cinco años y no saben casi vestirle solos, no beben agua más que cuando la piden, muchos aún son bañados y casi, casi, alimentados.
¿Que a qué se refiere esto? Pues que dicen cosas como "es que está muy pegadito a mí", "es que duerme solo, pero se viene todas las noches a mi cama", "es que lo veo muy bebé", "es que creo que tendré problemas con el pañal", "es que apenas juega con otros niños", etc., y es que aún siguen anclados en la etapa de bebé, y tienen que poder pasar página.
Pero para poder pasar página y que los padres no nos acabemos convirtiendo en sus mayordomos tenemos que promover su autonomía, que hagan cosas ellos solos. No tiene sentido que los fines de semana, por ejemplo, les vistamos nosotros. Que lo hagan ellos. Puedes dejarle la ropa a su altura y que se la pongan... que lleguen a su ropa. Y si prefieres darle tú lo que quieres que se ponga, dáselo, pero no lo vistas, que lo intente él.
No tiene sentido que el niño tenga sed y que tenga que venirte a decir que quiere agua. Déjale los vasos de plástico en algún cajón que pueda abrir, o fuera, a una altura acorde a su estatura. Y si quieres, incluso una botellita con agua para que él mismo se la sirva.
Y así con todo. Que vea que puede hacerlo. Que lo intente. Que lo haga. Que empiece a ocuparse de su vida, que tiene edad y capacidad para empezar a hacerlo.

No forzar, pero sí permitir crecer

No hay que obligar ni forzar al niño a hacer las cosas. No tiene sentido que se lo hagamos todo los padres y de repente le obliguemos a hacerlo. Tiene que salir de él, de querer hacerlo, de querer colaborar, de querer ser uno más, como tú, partícipe de su imagen, del orden de la casa, de la limpieza, de la higiene...
Así que sugiere, invita a hacer, o directamente haz que sea divertido (si es posible): canta, ríe, hazle reír mientras lo hacéis, cuéntale historias... así puede ser hasta divertido también para ti, aunque tardéis un poco más.

La tabla inspirada en Montessori para saber qué tareas pueden hacer en cada edad

Montessori
Pero... ¿cómo voy a hacer que mi hijo, que apenas ha hecho nunca nada, se ponga ahora a hacer lo que pone en su edad?, pensaréis muchos. Tranquilidad. Si tenéis un hijo de 9 años, por ejemplo, y os acabáis de dar cuenta de que apenas hace nada de eso, y tampoco lo veis capaz, será porque no ha hecho aún mucho de lo anterior.
La tabla es progresiva y orientativa. Un niño de 9 años puede hacer lo que dice la tabla si en las edades anteriores, más o menos, tuvo las responsabilidades para las que estaba preparado. Así que si la estáis mirando y pensáis que os gustaría que vuestro hijo hiciera más cosas, y además pensáis que las hará motivado y con implicación, pues igual tenéis que empezar por cosas de edades inferiores, para finalmente llegar a lo de su edad.
De igual modo, un niño puede hacer las cosas que en la tabla aparecen para niños de más edad. Todo depende de su motivación, sus ganas y su habilidad. Al final la clave está en respetar sus ritmos de aprendizaje.
En cualquier caso no dejan de ser ideas, un abrir los ojos de los padres que piensan que sus hijos son siempre pequeños para hacer algunas cosas, que puede ayudar a todos los miembros de la familia: si mamá y papá no tienen que hacerlo todo, si los hijos también colaboran en las tareas del hogar, puede quedar más tiempo libre para pasar todos juntos. Y esto, seguro que los hijos también lo valoran.

CÓMO AYUDAR AL NIÑO/A A ESTUDIAR

   
Hay dos frases que todo padre o madre pronuncia alguna vez a lo largo de la vida académica de sus hijos: “no quiero que esto acabe en fracaso escolar” y “no trabaja de manera autónoma”. Sin embargo, se nos olvida concretar qué es eso del fracaso escolar. ¿Un aprobado justo tiene el mismo valor en todos los niños o incluso en todas las asignaturas o incluso con todos los maestros o profesores?... Queremos que nuestros hijos estudien de manera autónoma lo antes posible pero ¿hemos dedicado tiempo a enseñarles cómo se estudia?.

Vamos a ver algunas nociones a tener en cuenta cuando se habla de hábitos y técnicas de estudio.

Se puede decir que existen cuatro tipos de factores que afectan al éxito académico. Está claro que la manera en que los padres pueden influir en cada uno de estos aspectos es diferente.


         FACTORES INTERNOS

Son los que dependen sólo de uno mismo. Algunos son relativamente estables: la capacidad intelectual o las habilidades en áreas concretas. Sin embargo otros de estos factores se pueden modificar sustancialmente: nivel de atención, grado de motivación, autoconcepto…

En este sentido debemos estar atentos para detectar las posibles dificultades que pueden surgir en la trayectoria escolar de nuestros hijos, así podremos reforzar y estimular lo antes posible los aspectos que necesite: incrementar su nivel de atención a través de ejercicios o “juegos”, proporcionarle pautas para facilitar la memorización, aportar alicientes que aumenten su interés por el estudio…

Es también fundamental que confiemos en sus posibilidades y le trasmitamos la creencia de que puede con todo lo que se proponga. En este sentido, es conveniente estar atento a ese “lenguaje negativo” que en ocasiones los estudiantes se dirigen a sí mismos: “no puedo con este tema”, “voy a suspender”, “esto es imposible”, “soy tonto”… no hacen sino minar la confianza que tienen en ellos mismos.
      FACTORES AMBIENTALES

Son aquellos que se refieren al lugar de estudio y a sus características. Es conveniente tener en cuenta:

- Debemos proporcionarles un lugar de estudio tranquilo y silencioso.
- Debe estar ordenado y con los materiales de estudio a mano.
- Tiene que tener buena iluminación, prefiriendo la luz natural y disponiendo la artificial de manera que no haya un claro contraste luz-oscuridad y que entre por el lado opuesto a la mano con la que escriban. Por la izquierda si son diestros, por la derecha si son zurdos.
- Debemos ventilar unos minutos tras cada hora u hora y media de estudio.
- La mesa y la silla deben estar situadas de forma que la posición de su espalda sea adecuada: recta y apoyada.


      HÁBITOS DE ESTUDIO
         Se refiere a las conductas que se llevan a cabo en todas las fases del estudio: en las clases y en el trabajo en casa. Una conducta que se repite, se establece como hábito y en ese momento, realizarla nos supone un esfuerzo menor. Ese tiene que ser el objetivo: establecer conductas de forma permanente.

EN CLASE: Hay que, por supuesto, estar atento a las explicaciones del profesor y no llevarse ninguna duda a casa. Si nuestro hijo se distrae con facilidad, podemos recomendarle tomar apuntes, eso le obligará a concentrarse en la explicación.

EN CASA: Es conveniente que estudien siempre en el mismo lugar y que tengan su horario de estudio. Decimos “su” porque es importante que así lo sientan, no como algo impuesto sino como una obligación que ellos asumen. Al elaborarlo, tenemos que dejar sitio a las actividades extraescolares con las que se hayan comprometido.

       TÉCNICAS DE ESTUDIO
Se refiere a las estrategias que usamos a la hora de estudiar. Cómo leemos, el subrayado, el esquema, las estrategias de memorización… La norma fundamental es que las técnicas “activas” son las que mejor asientan los aprendizajes: “lo que se hace, se aprende mejor que lo que se oye y lo que se ve, mejor que lo que se escucha”.

Existe un Método llamado ELSER3 que nos puede ayudar para enseñar estas técnicas a nuestros hijos. Cada letra indica una fase del proceso de Aprendizaje, consiste en:

- EXPLORACIÓN. Es importante hacer una primera lectura rápida del texto para captar la estructura y las ideas fundamentales.
- LECTURA. La siguiente fase es una Lectura en profundidad, Comprensiva. En ella han de comprender cada una de las palabras e ideas del texto.
- SUBRAYAR. Resaltaremos aquellas palabras fundamentales, no es recomendable que sean frases completas, el subrayado pierde así su valor visual.
- ESQUEMATIZAR. Aquí comienza la elaboración del material que hay que aprender. Tiene que ser escueto y permitir, en un golpe de vista captar la estructura del material y las ideas relevantes del mismo.
- RESUMIR. Con sus propias palabras, el niño tiene que expresar lo que ha leído. No consiste en copiar, hay que evitar que sólo trascriban el contenido porque es una tarea mecánica que no les obliga a elaborar la información.
- RETENER. Se puede memorizar por repetición pero lo que realmente asienta la información en la memoria a largo plazo es, de nuevo, la elaboración. De ahí la importancia de proporcionarles trucos o “normas mnemotécnicas”. Con ellas aprenden a organizar la información de manera que facilite su retención en la memoria. Ejemplo: “LaCa De Mamá” para aprender los números romanos y su valor de menor (L) a mayor (M).
- REPASAR. Para evitar el olvido, es fundamental ir haciendo repasos de manera periódica para lo cual, obviamente hay que tener una planificación del estudio. A los dos días del primer estudio, hay que hacer un repaso; pasados 4 días, otro; a la semana, otro… y así hasta el momento del examen. Veremos que a cada repaso, recuerdan más detalles de lo estudiado y con mayor fluidez.

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